En el panorama legal actual, la tecnología está desempeñando un papel cada vez más importante. En este contexto, los smart contracts, o contratos inteligentes, han irrumpido en el mundo jurídico como una innovación que presenta grandes posibilidades para los operadores jurídicos, pero al mismo tiempo, grandes retos.
En este post, exploraremos qué son, cómo funcionan y, lo más importante, cómo pueden transformar el panorama legal en España.
¿Qué son los Smart Contracts?
Un smart contract es un contrato autoejecutable y autoverificable programado para ejecutar automáticamente y hacer cumplir los términos y condiciones establecidos cuando se cumplen ciertas condiciones predefinidas. En lugar de depender de intermediarios, como notarios o instituciones financieras, estos contratos se basan en la tecnología blockchain para garantizar la seguridad y su correcta ejecución.
Cuando las partes acuerdan los términos del contrato, el código correspondiente se implementa en la blockchain. Este código contiene las lógicas y las condiciones que activarán la ejecución del contrato. Cuando se cumplen estas condiciones, el contrato se ejecuta de manera automática, sin necesidad de intervención humana.
La magia de los smart contracts radica en su capacidad para ejecutarse automáticamente cuando se cumplen ciertas condiciones. Estos contratos están escritos en código, generalmente utilizando lenguajes de programación como Solidity, diseñados específicamente para contratos inteligentes.
Blockchain: la fortaleza detrás de los Smart contracts
El blockchain proporciona un nivel adicional de seguridad y transparencia a los smart contracts que no proporcionan las transacciones tradicionales. Al ser descentralizada, no existe un único punto de falla, lo que hace que la manipulación sea extremadamente difícil. Cada transacción y cambio en el contrato queda registrado de forma inmutable, creando un historial transparente y verificable. Por ello, la seguridad y veracidad de estas transacciones es muy alta.
Sin embargo, a pesar de sus beneficios, la adaptación y estandarización de lenguajes de programación específicos para smart contracts son aspectos esenciales que necesitan avances para garantizar y facilitar su utilización de forma generalizada. Otro de los retos que presentan los Smart contracts es la falta de operadores jurídicos con la formación y capacitación necesaria para su utilización, lo que también supone un escollo a la hora de “democratizar” su uso en las transacciones diarias. Además, la adaptación a esta nueva forma de contratación requiere la necesidad de abordar posibles lagunas en la regulación existente.
En resumen, los smart contracts no son solo contratos, son una herramienta poderosa para la ejecución automática de todo tipo de contratos, algo que sin duda supondrá un antes y un después en la forma de operar de muchos operadores jurídicos.