La inteligencia artificial (IA) está revolucionando la forma en que interactuamos con la tecnología y tiene el potencial de transformar cualquier sector en el que se utilice. En este sentido, también el sector público puede beneficiarse de las ventajas de la Inteligencia Artificial (en adelante, IA), mejorando la eficiencia y la productividad de sus servicios.
A continuación, pondremos algunos ejemplos prácticos de cómo la IA puede aplicarse para mejorar distintas áreas del sector público:
Automatización de servicios administrativos
La IA puede utilizarse para automatizar tareas administrativas rutinarias, como la gestión de documentos, la tramitación de todo tipo de solicitudes o para responder a las consultas de los ciudadanos a través de chatbots. Aplicar la IA a estos usos, agilizaría los procesos y, al mismo tiempo, liberaría a los empleados públicos de este tipo de tareas rutinarias y de poco valor añadido y les dejaría tiempo para realizar tareas más complejas que requieren de la intervención de los humanos.
Por ejemplo, un ayuntamiento podría implementar un sistema de IA para automatizar el proceso de emisión de licencias de obras, reduciendo significativamente su tiempo de tramitación.
Mejora de la sanidad pública
La IA también puede desempeñar un papel crucial en la sanidad utilizándola, por ejemplo, para analizar grandes volúmenes de datos para identificar patrones y predecir brotes de enfermedades. Además, los sistemas de IA pueden ayudar en la personalización del tratamiento de los pacientes y en la gestión de los recursos hospitalarios.
Por ejemplo, cualquier hospital de nuestro país podría utilizar IA para optimizar la asignación de recursos, la concesión de citas médicas de forma más eficiente para conseguir reducir las listas de espera.
Mejora del transporte público
La IA también puede emplearse para analizar los datos de tráfico y optimizar las rutas de transporte público, prever necesidades futuras y mejorar la movilidad urbana de las grandes ciudades. Igualmente, puede utilizarse la IA para mejorar la gestión del tráfico en horas punta y reducir así los atascos y al mismo tiempo, la contaminación.
Esto podría traducirse en autobuses y trenes que se ajustan dinámicamente a las necesidades de los usuarios, reduciendo tiempos de espera y mejorando la experiencia del transporte públicos en las grandes ciudades españolas como Madrid o Barcelona.
Gestión de recursos energéticos
La IA puede mejorar la eficiencia energética en edificios públicos mediante sistemas inteligentes de gestión de la energía que ajustan el consumo según las necesidades reales de cada momento. Esto no solo reduciría los costes y el impacto ambiental, sino que también sería una gran contribución para lograr la tan ansiada sostenibilidad.
Un ejemplo práctico sería la instalación de sistemas de IA en museos o escuelas para optimizar el uso de la calefacción en invierno o de refrigeración en verano. Esto mismo podría aplicarse también a la electricidad, ajustando la iluminación en función de la ocupación y las condiciones meteorológicas.
Educación pública personalizada
Los sistemas de IA pueden ofrecer programas de aprendizaje personalizados que se ajustan a las necesidades y el ritmo de cada estudiante, mejorando la calidad de la educación. Esto puede ser especialmente útil en escuelas públicas para proporcionar apoyo adicional a estudiantes con necesidades especiales y más desafiantes para aquellos que tienen grandes capacidades.
En definitiva, la IA puede aplicarse a todo tipo de servicios públicos. Esta tecnología ofrece la posibilidad de lograr unos servicios públicos más eficientes, personalizados y accesibles para los ciudadanos. Sin embargo, es crucial abordar también los desafíos éticos y de privacidad asociados con la IA para garantizar que su implementación beneficie a todos los sectores de la sociedad de manera justa y equitativa.